Palabras, primeras y últimas

Las últimas palabras en forma de poema que ha publicado Luis Bagué son reunidas en Desde que el mundo es mundo (Visor), libro publicado hace unas semanas.

Desde que el mundo es mundo, hay que ser agradecido, así que le doy las gracias una vez más por el detalle de dedicarnos su libro. Afortunadamente, se han dado todas las circunstancias, propias y ajenas, para que lo haya podido leer pronto, bien y, como me pedían el cuerpo y las ganas, casi de un tirón.
Me ha gustado mucho reencontrarme con sus señas de identidad (literarias pero, creo, no solo): la crítica a lo que nos rodea desde la ironía y el juego, atento a la publicidad y otros pseudomensajes, como un Jano mirando al tiempo pasado y al futuro.
No esconderé que «El libro de Isaac» ha sido la parte que más me ha sorprendido y, también, que más me ha tocado, con esa distancia de observador que, con todo, no logra frenar una pizca tierna en la que, es cierto, una se ve reconocida en cierta medida.
Por ello, me quedo con el poema titulado «Primeras palabras», que dice así:

«Son varas de zahorí: palabras agua

con que aplacar la sed.

De las palabras tierra prefiere las que pueden

tocarse con las manos, dibujarse en la orilla.

Y las palabras viento se llevan las palabras

al diccionario, al limbo, al paladar.

Con las palabras fuego se ha quemado la lengua,

ha encendido una antorcha.

Hay palabras cordón umbilical.

Mantras corrientes.

Pero también la sílaba que falta,

la que da de comer,

las palabras con nombres de animales,

las que empiezan mejor por el final,

y la palabra adiós

y las primeras últimas palabras.»

Enhorabuena y larga vida a este su mundo.

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